Redes Sociales en 2020. Desafección y Evolución
Comparto en esta entrada una reflexión personal sobre mi uso hoy de las redes sociales.
Lo que me cautivó de ellas allá por 2008 ha perdido gran parte de su atractivo: información, acceso al conocimiento, visibilidad, conectividad, diálogo, interacción, sentido de pertenencia, reconocimiento, apoyo y otros grandes valores de entonces que ahora han dado paso a una cierta lejanía y desafección.
Publico mucho menos contenido, soy muy extremado con la privacidad (especialmente en Facebook e Instagram) y reconozco incluso que en mi relato en redes vivo a veces el conflicto entre mi expresión libre y lo que puede o no ser políticamente correcto, y esto antes no me pasaba. En las dos redes mencionadas he reducido muchísimo mis contactos: personas que no sé ni por qué estaba conectadas con ellas, otras con las que hace mucho tiempo que no dialogo y que resultan ser meros avatares inactivos incluso a la invitación a la conversación, y unas cuantas conexiones que sólo se hablan para ellas mismos ávidas de su ego y de la necesidad enfermiza de ser puestos en valor…por encima de los demás. Sobre los haters…ya me acostumbré a vivir con ellos en mis inicios (eso sí, la mayor parte de ellos escondiditos en el anonimato); y no sólo a tenerlos sino también a gestionarlos como parte de mi experiencia en la Red. Pero es que ahora no se trata de troles, se trata de hordas que desean imponer el pensamiento único y que en algunos casos se expresan mediante un discurso violento y cansino. Ellos — seguro que personas educadas, respetuosas e incluso tímidas en su vida online — han convertido ese espacio, otrora tan limpio, en un auténtico vertedero.
También tengo la sensación de que el uso desmesurado del paid media/post promocionados por parte de marcas, instituciones e influenciadores (término completamente prostituido) ha convertido estos ecosistemas digitales de encuentro y conversación confortable…en medios publicitarios intrusivos; aquellos de los que precisamente huíamos cuando abrazamos las redes sociales.
Este sentimiento seguramente tiene mucho que ver con la evolución del uso de las redes, la curva de aprendizaje que hemos ido viviendo en las mismas y la necesidad de monetizar el modelo de negocio de estas plataformas. Además, los usos y costumbres de socializar en red han variado, distintas generaciones marcan también distintos usos para las plataformas tradicionales y para las nuevas.
Incluso en el caso de las dos redes que uso con un relato más profesional — Twitter y LinkedIn — siento que han perdido cierto atractivo. En Twitter hay muchas menos quedadas (los tweetups o tweetchats que tanto conocimiento y contacto aportaban), los hashtags se utilizan en muchos casos sin el sentido por el que fueron creados originalmente por Chris Messina (no por Twitter), y el sentido de conectividad es mucho más frío. LinkedIn tampoco es lo que era: demasiada actividad comercial; me contactan más para venderme cualquier tipo de cosa que para cultivar una relación profesional. Tanto en Twitter como en LinkedIn, el uso y abuso desmesurado del etiquetado de tu perfil para despertar interacción me genera una cierta sensación de artificialidad. Y no digamos — y yo reconozco haberlo practicado en alguna ocasión 🥴 — los mensajes directos entre contactos para pedir difusión de un determinado contenido.
En un reciente artículo de Wired que aborda la transformación de los medios sociales se menciona una cita de Mark Zuckerberg que creo que ilustra muy bien lo que estamos viviendo ahora: la relación social se mueve de la Plaza Pública al Salón de Casa. ¿Es por ello por lo que el spot TV de Facebook en la final de la Super Bowl del 2 de Febrero lo que están poniendo ahora en valor son los Grupos cerrados?
Además de la potenciación de los Grupos de Facebook — que no de las páginas públicas — esta red social, a pesar de sus meteduras de pata, anuncia de forma continuada su compromiso hacia la privacidad y a la protección de la conversación en los formatos “uno a uno”: WhatsApp, Facebook Messenger e Instagram, y con una hoja de ruta de integración de estos tres canales en uno sólo.
Por su parte, Twitter está intentando preservar su esencia pero a la vez proteger más a sus usuarios. Al bloqueo y silenciado de determinadas cuentas se le va a sumar ahora el último experimento que están evaluando: permitir a los tuiteros elegir quién puede interactuar con ellos.
Mientras tanto, surgen alternativas para satisfacer la esencia original de las redes. Es el caso de Wiki Tribune Social — WTSocial — creada por el fundador de la Wikipedia Jimmy Wales. Es un servicio a caballo entre el microblogging y la red social tradicional, en la que los usuarios podemos contribuir a la creación de nuestras propios espacios de encuentro y conversación: las subwikis. El sitio está limpio de publicidad y la plataforma se financia a base de donaciones. Lanzada en noviembre 2019, en la actualidad tiene unos 160.000 usuarios.
No sé por qué, pero tomé la decisión de compartir mis sensaciones en torno a este asunto escribiendo esta entrada. Siempre afirmé que las redes adaptaban su función a la experiencia deseada de sus propios usuarios. Y ahora incluso, en este sentimiento de incomodidad, creo que independientemente de lo que hagan las compañías tecnológicas que están detrás de estas plataformas, seguirá dependiendo de nosotros lo que queramos que sean y nos aporten. Para bien o para mal.
Y como abría el post: esta una reflexión personal. La opinión profesional de como marcas, instituciones, organizaciones, etc. están haciendo uso de las redes para crear comunidad, fomentar la conectividad y cultivar su marca la volcaré en una nueva entrada de este blog a lo largo de las próximas semanas.